Hoy, sƔbado 11 de septiembre, se cumplen veinte aƱos desde aquella maƱana que aviones suicidas, cargados de pasajeros indefensos, fueron estrellados contra las torres gemelas de New York y otros objetivos norteamericanos.
Todos supimos, despuĆ©s de ese dĆa, que se habĆa producido un hito decisivo en la historia del mundo: comenzaba otra guerra.
A partir de entonces sabemos que cualquier cosa puede ser un arma letal. Un Ć³mnibus o un camiĆ³n atropellando a una multitud; cerebros salvajes con cuchillos en sus manos, degollando a transeĆŗntes; explosivos en el metro de cualquier ciudad; explosivos poderosos capaces de cambiar la inclinaciĆ³n del eje del planeta, alterando su clima; y por quĆ© no, pensamos, desde hace un par de aƱos, pueden diseƱar un virus que no tenga defensas y pueda liquidar gente, con solo contagiarlas.
Esa duda tuvimos cuando apareciĆ³ el Covid 19, quizĆ” no pensado como un atentado sino como un accidente sucedido en un laboratorio desde donde se escapĆ³.
Es solo un pensamiento, solo una duda,Ā no la puede resolver nadie, y de tanto en tanto aparece fortalecida por confusas versiones.
En estos veinte aƱos pasaron muchas cosas. Los occidentales se cobraron la deuda del atentado contra las torres y de paso avanzaron sobre el petrĆ³leo de algunos pueblos Ć”rabes.
Mataron a varios de sus lĆderes en causas justas o injustas, no importaba, la moneda estuvo echada a pocas horas, cuando todavĆa se veĆan los restos humeantes de aquellas torres.Ā
ĀæSe habĆa iniciado la Tercera Guerra?
Algunos opinaron que era la Cuarta, la Tercera ya estaba en desarrollo en casi todos los continentes, en los cuales el poder habĆa decidido no aceptar la autoridad de los pueblos.
Posiblemente esta fue, explĆcitamente, la claudicaciĆ³n de las democracias.
Desde entonces, los pueblos, muy desinformados, se mueven confundidos, pero no resuelven nada. En algunos casos ni siquiera opinan, sabiƩndose desnudos frente al control total de las comunicaciones.
Si, parece que tambiĆ©n claudicĆ³ la libertad, junto con la intimidad.
Todos ya sabemos que si nos portamos mal, algunos son capaces de meternos un misil por la ventana. Y otros pueden estrellarnos un colectivo, a la salida de la escuela.
Si, en estos veinte aƱos pasaron muchas cosas.Ā Aparecieron, por ejemplo, enfermedades extraƱas, que obligan a aplicarnos vacunas todos los aƱos para prevenir pestes que mutan y que nos obligan a comprar medicamentos de alta tecnologĆa, que solo pueden producir los grandes laboratorios, y que, si esto sigue asĆ, controlarĆ”n al mundo.
SimultĆ”neamente se nos derrumba el medio ambiente, se nos contamina el aire, el agua y la tierra; desfallecen los mares, mueren peces y crustĆ”ceos, se suicidan las ballenas, mientras, inconscientes de que todo puede derrumbarse en un segundo, se siguen construyendo ciudades gigantescas con edificios de cientos de metros que desafĆan al espacio.
Y en sus suburbios, gente silenciosa y triste busca que comer en los depĆ³sitos de basuras.
En estos veinte aƱos hemos desarrollado tecnologĆas Ćŗtiles y tecnologĆas inservibles; estamos utilizando materiales irrescatables por la naturaleza; hemos retrocedido en la cultura profunda y trascendente y avanzado aceleradamente en los pasatiempos y en las vanidades. Hemos tapado nuestros cuerpos con tatuajes que desorientan a las caricias sensuales, que tropiezan de pronto con una estrella o con un monstruo. Posiblemente no entendemos muy bien por quĆ© lo hacemos. Pero muchos lo estĆ”n haciendo, sin explicarnos sus porquĆ©s.
Es posible que estos veinte aƱos queden en la historia como los peores, pudiendo haber sido los mejores.Ā
Somos altamente contradictorios: diseƱamos aparatos y mƔquinas para alcanzar el cielo, pero decidimos quedar atrapados en el infierno.
Muriendo lentamente, junto con todo el resto de las especies inocentes, vivimos sumidos en los estragos del efecto invernadero, de las pestes y de la violencia sin lĆmites.
ĀæSerĆ” posible cambiarle el signo a los prĆ³ximos veinte?
Espacio Cultural El Sitio
Septiembre 11, 2021.