Nota: Hemos decidido publicar nuevamente – por tercera vez – este editorial (Número 15 Espacio Cultural El Sitio, Enero 8, 2016, y Agosto 18, 2018).
Tuvo vigencia entonces, posiblemente también la tenga ahora. Gracias.
.
La Causa de la Dignidad
Seguramente es (debiera ser) la mayor de las causas por la que debemos comprometernos y luchar.
No es casual la frase “Indignaos!!!” con la que Stéphane Hessel, el 21 de octubre del 2010 en conmocionó a las juventudes españolas primero y europeas después, dando origen a uno de los movimientos políticos sorprendentemente inesperado por el sistema dominante.
Hessel fue uno de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Ya anciano, no pudo soportar la pasividad de los pueblos frente al avasallamiento de los valores esenciales que acompañaron su vida.
Y con ese libro de 32 páginas produjo un brinco en la política hispánica, quebrando el bipartidismo dominante.
Tampoco fue casual que la Guardia Especial que custodiaba el palacio presidencial de Panamá se denominara el Regimiento de la Dignidad. Más de cien integrantes murieron tratando de impedir la ilegal y asombrosa invasión de los marines y paracaidistas norteamericanos para llevar preso bajo acusación de narcotraficante al General Noriega, pocos años antes de que venciera el plazo de entrega del Canal al estado soberano panameño. Objetivo que, primero Torrijos, y luego Noriega hicieran su estandarte nacionalista.
Todas las grandes luchas de la historia tuvieron como principal protagonista a la dignidad: la pérdida de la dignidad de los pueblos o de las personas como causa y la organización de la rebeldía individual o social para pelear por su recuperación.
La dignidad no es un concepto teórico o abstracto. Por el contrario, está ligado con los valores esenciales de la vida. Porque los sintetiza a todos. Desde los derechos más elementales, como la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, hasta cuestiones relacionadas con el avasallamiento de la libertad, de la privacidad, de las ideas políticas, ideológicas o religiosas.
Actualmente, en el mundo, hay una crisis de dignidad. Nos estamos acostumbrando a ser indignos. Se nos aparece como tan enorme el poder dominante que creemos inevitable pagar el precio de nuestra indignidad. Podemos investigar a lo largo de nuestros días y descubrir cuantas veces nos sentimos indignos. Hasta en la cola de un banco, para cobrar nuestros ingresos nos hacen sentir indignos. Y seguramente tampoco es casual, porque indignar es una forma de someter y dominar.
La indignidad es una debilidad, pero convertida en indignación se transforma en una fortaleza. Como el breve pasaje del silencio al alarido.
Esa, no otra, debe ser la Causa Principal de nuestros días. Por nosotros mismos que estamos obligados a padecer las pequeñas indignidades cotidianas y por aquellos otros, sometidos cultural, social y económicamente casi hasta el límite mismo de lo humano.
Indignaos!!! Dijo Hessel en aquel momento,
Nos unimos en coro a ese desafío, ahora y aquí.
Eso pensamos y decimos.
Nuevamente hoy,
Desde El Mangrullo.
Agosto 21, 2021