290. Pandemia, fútbol y elecciones

Tres temas diferentes, que debieran analizarse por separado, sin embargo, en nuestro país, integran un cóctel único, tóxico, desnaturalizado.

Ningún dirigente, ni del gobierno, ni de la oposición, puede excluir del tema pandemia la contemplación que exige el deporte nacional y menos aún proponer o tomar decisiones que puedan afectar a su grupo o partido en sus posibilidades electorales.

Por esto es más que necesario, sería imprescindible, que se hagan visibles nuevamente, como en los comienzos, los llamados “expertos” de la salud, cuyas responsabilidades profesionales, en general, pueden sobrevolar aquellos otros dos asuntos.

Por desgracia, la opinión pública ya se acostumbró a las altas cifras de contagio, y también a los numerosos fallecimientos diarios que vienen sucediendo. 

Con la ayuda de los medios comunicacionales, hemos logrado convertir esta tremenda y triste realidad, en algoritmos estadísticos. Ya no son enfermos o muertos, son simplemente números. Sin nombre ni apellido, NN, anónimos para la población, que solo reconoce a los cercanos.

La muerte de algunos personajes importantes, muy conocidos, sin embargo, han logrado personalizar el miedo social, que no puede creer que a ese fulano no hayan podido salvarlo.

Esa conciencia ha sembrado preocupación, ha dado una medida del peligro que genera la pandemia. 

Ha logrado que se animen a parar el fútbol. 

Pero todavía no ha logrado – nuestra dirigencia – deponer sus intereses políticos y siguen aprovechando cada situación, no para mostrarse valiosos ellos, sino para tratar de embarrar al otro.

La eterna competencia nacional, que no pasa por resaltar virtudes propias sino por disminuir, con cualquier argumento, cierto o no, al adversario.

A diferencia de aquel, sucedido hace doscientos once años, iniciamos hoy un cabildo cerrado, que algunos dicen que durará tan solo nueve días, pero nadie se anima a asegurarlo. Un cabildo cerrado y silencioso para tratar de aplacar al monstruo desatado que quiere convertirnos en estrago.

Mientras tanto paralelo al miedo que produce el virus, crece otro temor inmenso, el de la pobreza. 

Han salido, creo que por primera vez, los comerciantes a la calle en una protesta poco habitual. 

Gente que en general se opone a las protestas, ahora, frente a una realidad que afecta sus negocios, han salido a decir que ya no les queda plazo alguno, llevan meses sin vender, sosteniendo servicios y empleados, aumentando sus deudas, definitivamente aterrados por el abismo que tienen adelante.

Los de muy abajo están apenas contenidos con subsidios que ya no alcanzan frente a la endemoniada inflación que ataca semana tras semana; los de muy arriba, pueden ir a vacunarse a Miami, pero tienen miedo a la inseguridad que crece y amenaza, incluso, en sus presuntamente seguros barrios cerrados. 

Los del medio, que somos la mayoría, nos vamos achicando, tratando de sobrevivir en un combate desigual contra los dos demonios: la pandemia y la pobreza. Esperando, algunos a la primera, y otros, a la segunda dosis.

Con inusitada decisión, ayer, frente a una multitud de jugadores contagiados, clausuraron el fútbol. Aplauso.

Solo les falta un esfuercito más: anteponer lo que nos sucede a todos y dejar de lado los apetitos  políticos. Porque tienen que hacer lo que dicen en sus discursos: unir y coordinar esfuerzos, y eso se logra con entendimiento sincero, no haciéndole zancadillas a sus oponentes.

Muchachos, llegó el momento de jugar en primera.

No lo desaprovechemos.

El futuro nos espera.

Y nos quiere ver diferentes. Aptos. Solidarios. Comprometidos. Honestos.

Espacio Cultural El Sitio

Mayo 22, 2021.

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