287. Destino de raza

La circunstancia que vive la raza humana pudiera interpretarse como un azar, como algo que sucede de tanto en tanto producto vaya uno a saber de cuál desequilibrio.

Pero las leyes que gobiernan al azar suelen establecer la no repetitividad de fenómenos similares en períodos cortos.

A lo largo de su historia la raza humana, desprovista durante siglos de conocimientos y tecnologías sanitarias, vivió varias pandemias. Todas distanciadas entre sí por siglos, o al menos por varias décadas.  Muchas de ellas no se convirtieron en universales, sucedieron en regiones, particularmente rezagadas en cuestiones de limpieza y sanidad. En muchos casos en ciudades abarrotadas por pobrezas difíciles de superar.

En las últimas décadas, signadas en todo el mundo por un desarrollo descomunal de la ciencia y la tecnología, que logró elevar, en por lo menos dos décadas la vida media humana, merced a medicamentos eficientes y a técnicas quirúrgicas asombrosas, es difícil otorgar al azar la aparición en cortos plazos de epidemias como el HIV; la gripa aviar, y una sucesión de virus prematuros que anunciaban que llegaría finalmente este Covid dotado de propia inmunidad como para sobrevivir a todas las armas desarrolladas por la raza, en su desesperación de defenderse de la nueva plaga.

Mientras el Covid siembra estragos mayores, otras infecciones no menos sorpresivas, como todas las variantes de gripes, obligan a desarrollarse vacunas anuales que sepan acompañar las mutaciones permanentes que asumen los virus causantes.

Para complicar más, regionalmente se suman variantes relacionadas con el clima y con las geografías. El dengue, el zica, la chicungunya; el ébola que castiga al África, y otras especies peligrosas que surgen por aquí y por allá.

Pero eso no es todo. Revivieron enfermedades supuestamente superadas, como el sarampión, la tuberculosis, el paludismo, y otras que ya teníamos olvidadas.

¿Puede ser todo esto producto del simple azar?

¿No resulta más aceptable que todo esto revive o renace de un gran desequilibrio ambiental que acelera el deterioro del planeta?

Todas las aguas ya tienen algún grado de contaminación. La llamada tierra fértil se ha empobrecido de minerales necesarios, los llamados componentes minoritarios, que no son suplidos para enriquecerla o recuperarla, porque no generan mayor facturación. 

Con plaguicidas y herbicidas hemos acabado especies importantes que completaban la biodiversidad. 

Con los cultivos intensivos extendidos hemos creado las plagas. 

Con las emisiones de gases hemos modificado la atmósfera produciendo el cambio climático. 

Con los antibióticos hacemos resistentes a bacterias que también mutan para sobrevivir. Con siliconas le damos brillo a las manzanas que comemos. 

Con las hormonas transformamos a los alimentos básicos metiéndoles una gran confusión a nuestros cuerpos que por momentos no logran descifrar ese mensaje químico. Las glándulas responden como pueden ante semejante confusión. 

En los mares se mueren las ballenas y los peces sin causa aparente, dicen los biólogos. Tortugas y mariscos se asfixian envueltos por residuos plásticos que pueblan las aguas marinas. 

Por avaricia económica quemamos bosques y selvas para poder sembrar más, aunque disminuyamos la producción de oxígeno. 

Paro aquí, la lista sigue, es enorme.

¿Podemos llamar a todo esto azar?

¿Podemos titularnos como raza inteligente?

Definitivamente, pienso que no.

Aquí no hay azar que valga.

Es un incomprensible destino de la raza.

Que parece que no podemos corregir.

Si lográramos hacerlo, posiblemente, no necesitaríamos las vacunas.

Espacio Cultural El Sitio

Mayo 1 Día del Trabajador, 2021.

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