Dicen que hay dos formas de pensar el futuro: con optimismo o con pesimismo.
Entre ellas, dijimos estos dÃas, Â hay espacio para una actitud: ponerle buena onda.
La buena onda consiste en no dejarse atrapar por las trampas de la vida.
Esquivar las zancadillas que te hacen para que tropieces, y te caigas.
Las cosas no andan bien, es verdad, y eso no es pesimismo, es realidad.
El optimismo consiste en creer ciegamente que mejorarán. Es fantasÃa, pero no está mal.
Predecir el futuro es un acertijo.
Hay elementos a favor del optimismo: siempre hubo malas rachas que pasaron, y el mundo continuó con sus interminables giros.
Otra forma es la que fomenta el pesimismo: siempre se repiten malas rachas, salimos de una y comienza otra.
¿Cómo resolver esta cuestión contradictoria?
Es una buena y difÃcil pregunta.
Algunos confÃan en el avance del conocimiento y de las ciencias.
Otros han retornado al refugio en la fe, y piensan que hay un buen Dios que sabe lo que hace.
La mayorÃa nos tomamos un vinito cuando llega la noche, dormimos bien, no soñamos con dragones.
Soñamos con reinas y princesas que caminan por los bosques.
Pero seguramente Uds. saben cómo son los sueños: nunca las alcanzamos.
Ese es el juego permanente de la vida, Correr detrás de un sueño.
Dicen los que saben que alcanzar un sueño no es conveniente. Porque en ese caso, se te acaba el juego, y no sabes lo que viene.
Ese futuro incierto debe ser el motor que nos empuje a construirlo.
Tenemos que meterle mano.
Construirlo nosotros, no dejar que lo construyan los ineptos.
Miren cómo estamos.
Espacio Cultural El Sitio
Marzo 20, 2021.