275. La biodiversidad

La crisis provocada por el Covid está obligando a revisar muchas miradas sobre el mundo y sobre la vida. Todo parece indicar que promoverá una fuerte toma de conciencia.
Vemos en los medios locales que Sandra Díaz, docente de la Universidad Nacional de Córdoba fue distinguida, junto a otras dos profesionales, por “ampliar el concepto de biodiversidad, a través de su trabajo pionero para descubrir y coordinar la medición de las características funcionales de las plantas”.
En su decimotercera edición, el “Premio Fronteras del Conocimiento” recibió 59 nominaciones para la categoría “Ecología y Biología de la Conservación”.
Un concepto clave en el trabajo de los tres galardonados ha sido el de “diversidad funcional”, esto es, cómo las capacidades de las plantas para convertir la luz solar en materia orgánica, su consumo de agua y su reproducción dependen de sus propios rasgos físicos medibles.
En los trabajos distinguidos, se valoró que lograron “vincular la función de las plantas en el ecosistema con sus características físicas, como la altura, el tipo de hoja o el tamaño de sus semillas, e identificaron así cómo se relacionan estos grandes rasgos de la biodiversidad vegetal en todo el planeta”.
Ese catálogo de rasgos funcionales se ha convertido actualmente en una base de datos con más de 12 millones de registros que cubren 200 mil especies de plantas.
En una entrevista los tres galardonados coincidieron en la necesidad de actuar con urgencia frente a la pérdida de biodiversidad.
La galardonada cordobesa expresó:
“El funcionamiento del tapiz de la vida en la Tierra, del que todos formamos parte, está amenazado, y no podemos tener un futuro razonable sin él. No es demasiado tarde para actuar, pero la ventana de oportunidad se cierra rápido, lo que hagamos en las próximas décadas será determinante.
La mirada del mundo se está posando en que sucede con los animalejos y las plantas. Qué sucede cuando muchas especies comienzan a reducirse o a faltar. Qué desequilibrio preocupante se produce.
Un mensaje directo para los productivistas, adictos a la deforestación en nombre del progreso. En realidad, en nombre de la economía de sus empresas.
Los políticos, a su vez, que debieran representar los intereses de las sociedades que dicen representar, se unen a ese coro que prioriza la riqueza, la producción, las inversiones, por sobre todo. Mientras tanto la mayoría de la gente es cada día, más pobre.
Hablamos aquí de una pobreza no solo económica sino total. Pobres sobre todo de cultura, a medida que sus cerebros son invadidos por vanidades de corto vuelo, Siempre en nombre de lo moderno, del mal llamado progreso.
¿Tendremos que vernos de frente a un desierto para comprender la importancia del bosque?
¿Seremos tan brutos?
Debemos preguntarnos esto frente a las realidades que sabemos que suceden a nuestras espaldas.
O mucho peor, frente a nuestros propios ojos encandilados, como los de aquellos inocentes originarios, con los espejitos colombinos.
Cada vez los espejitos duran menos. Las modas los traen y se los llevan en pocos meses. Ya no duran años. Posiblemente pronto solo duren semanas. Luego impactarán apenas algunos pocos días. Hasta desaparecer. Por suerte. No hay marketing que logre sostenerlos en vidriera. Basta ver las campañas de promoción para darnos cuenta como se está derrumbando la economía de lo inservible. Ni los niños se confunden: hay juguetes cuya vigencia dura apenas un par de horas, luego dejan de ser novedad. Entonces, el niño busca nuevamente la pelota y la niña la muñeca.
Solo falta terminar con algunos peligrosos o malsanos videojuegos para completar la limpieza que hace falta.
De eso tendrán que ocuparse los maestros. Desde la presencia o desde la virtualidad.
Debemos rescatar a la niñez de la estupidez, de la ceguera y de la sordera.
Eso se logrará utilizando la comunicación de buena calidad.
Volviendo al comienzo, mediante los modernos medios que disponemos debemos apuntar a la recuperación y defensa de la biodiversidad.
Si no realizamos esa defensa, terminaremos con la vida en el planeta.
Todos sabemos que esto no es una exageración, es solo cuestión de tiempo.
El planeta se está saturando con los desperdicios.
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