Vivencias y fantasías

A la vuelta de la esquina

Allí, a media cuadra, está el negocio de Don José. Un pequeño almacén de barrio, donde
comprábamos la diaria.
Un poco más caro que en el súper, pero Don José, como en los viejos tiempos, fía a los
buenos clientes, aquellos que a fin de mes cumplimos en pagarle.
En aquellos lejanos años, el padre de Don José usaba las famosas libretas. Tenía una cada
cliente y Don Ramón, el padre de Don José, les anotaba en ella las compras que hacían
cada día, nuestros padres le pagaban a fin de mes.
Don José no usa libretas individuales. Simplemente tiene un cuaderno grande, de tapas
duras, en él anota lo que le quedas debiendo. Sin firmas. Nada.
El código social es responsable y seguro. A fin de mes pagas, porque sabes que el mes
siguiente necesitarás nuevamente poder hacer compras al fiado.
Anteayer, Don José me dijo que se estaba complicando su negocio. Nadie pudo pagarle a
fin de mes. Porque la mayoría hacen changas – me dijo – y se han quedado sin ingresos.
Yo los comprendo – siguió diciéndome – y podré esperarlos un mes más, les tengo
confianza, sé que harán lo imposible para poder pagarme.
Ayer, sorpresivamente, el negocio de Don José estaba cerrado. Un pequeño cartelito en la
puerta decía “por cuarentena”.
Parece que a Don José y a Doña Ana (su mujer) les hicieron un hisopado y les dio positivo.
Dicen que ambos están adentro, en la casa, con instrucciones de guardar reposo y no ver ni
hablar con nadie.
Esta mañana se detuvo una ambulancia en el negocio cerrado de Don José. Bajaron
personas ataviadas con mamelucos blancos, cerrados, con barbijos y máscaras. Los vecinos,
asomados a sus puertas vieron cuando subían a la ambulancia a Doña Ana y a Don José.
Los más cercanos vieron sus rostros asustados. Se fueron los de la ambulancia. Se los
llevaron al hospital. En la puerta, atravesada, dejaron una cinta amarilla.
Todos los vecinos del barrio estamos tristes y preocupados, esperamos que regresen sanos,
los queremos, y los necesitamos.

Pinchos y pinchazos

– Ayyyyyaayyyaaayyy
– ¿Qué le sucede al Tostao?
– Lo de siempre, se clavó una espina en la pata…
– Pobrecito, ¿podemos ayudarlo?
– No, él se la saca enseguida, solo que es muy quejoso… le gusta hacernos sufrir a todos.
– Ja, a mí no se me clavan espinas – dijo Acron – a Errede tampoco.
– Depende – respondió Errede – un mal día estábamos con Luke explorando el planeta
Silicon, en el cual afiladas espinas, qué digo, verdaderas espadas de silicio endurecido,
creaban un bosque impenetrable de filosos pinchos…a mí se me clavaron dos en un
costado y me complicaron el circuito del oído, y no podía escuchar los gritos
desgarrantes de Luke – según me contó después, porque entonces no lo oía – que le
había atravesado una pierna uno de ellos, y sangraba, y creía que se moría…
– ¿Y cómo te diste cuenta?
– Bueno, mi programa de seguridad me obligaba a mirarlo cada dos minutos, así que
cuando lo miré interpreté, por el movimiento de sus labios, que me estaba puteando,
traduje y leí en mi pantalla: “Boludo, ven a auxiliarme, pronto, me desangro..”
– Rápidamente mi extensión botiquín actuó, extrajo la astilla de silicio y cautericé su
herida…”gracias, me salvaste la vida, te debo una” – me dijo.
– ¿Puedes pagármela ahora viendo que le sucede a mi tarjeta de audio? – expresé sumido
en ese silencio total, parecido al del espacio abierto.
– Sonriendo, Luke abrió la tapa lateral. Quitó la placa dañada, y la reemplazó por la de
repuesto que había al lado….¿Escuchas ahora?
– Sí, pero el sonido es algo diferente.
– Es que el repuesto es de otra marca, ya te acostumbrarás…
– ¿Qué hicieron entonces?
– Volvimos con cuidado a la nave y nos fuimos velozmente de ese planeta maldito…
– Un lindo y dramático cuento – dijo Kupita.
– No es un cuento, es una historia – replicó Errede – Charly, explícale a esta perrita
ignorante la diferencia que hay entre esos dos conceptos…
– No te equivoques conmigo – expresó enojada Kupita – yo conozco esas diferencias, pero
tus historias suenan siempre a cuento.
– Bueno, debo reconocer que más que historias, son historietas.
– Eso suena mejor – dijo Kupita, dando por terminado el tema.
– Hablando de pinchos – dijo el Cimarrón – ¿no les parece un buen día para hacer unos
pinchos asados? Trocitos de carne de cerdo, pimiento, cebolla, otro trocito de carne, y
así sucesivamente…¿Qué les parece?
– Esperemos que llegue Amaicha, y veremos….no sé por qué está tan demorado hoy.
No terminé de decirlo, cuando en la tranquera apareció Amaicha, saludando, como siempre,
y entró rengo.
– ¿Qué te sucede Amaicha?
– Me clavé una espina en el pie, por ahorrar camino tomé un atajo, y había un cactus
gris, esos que casi no se ven, y lo pisé, carajo. Creo que tengo una espina clavada.
– No te preocupes Amaicha – dijo Kupita .- el Tostao es experto en sacar espinas,
siéntate allí.
El Tostao miró la puntita de la espina que sobresalía apenas un milímetro del pie de
Amaicha, afinó sus dientes, y con una precisión de cirujano, la atrapó y la extrajo.
– Ahhh, gracias Tostao, es un alivio. Eres hábil, Tostao.
– Cada uno de nosotros tiene un oficio en la pandilla, Tostao es el pedicuro – dijo
Kupita.
– ¿Cuál es el tuyo, Kupita? – preguntó Amaicha.
– Soy la gerenta de comunicaciones, me lo gané por concurso, por ser la que primero
aprendió a hablar con Uds.
– ¿Y tú, Cimarrón?
– Estoy estudiando gastronomía, quiero ser cheff.
– ¿Y tú Princesa?
– Las princesas no trabajamos. Nuestro oficio es ser princesas, ¿no lees los medios?
– Una chanta – opinó el Negrito – lo único que quiere es comprarse zapatos,
influenciada por las noticias que vienen de las realezas…pero es una tonta, no podrá
usarlos, los perros somos descalzos por naturaleza.
– Falta la Negrita…¿Cuál es tu función?
– Soy la ladradora oficial.
– Bueno chicos, la charla está muy buena, pero si vamos a comer pinchos, alguien
tiene que iniciar el fuego….¿Quieres hacerlo tú Amaicha? Mientras, yo preparo los
pinchos.
– ¿Quieres que te ayude, Charly? – preguntó el Cimarrón.
– Nooo…por favor, exclamó el coro perruno…se comerá todo aunque esté crudo…
– Udfs. me difaman… solo pruebo las cosas, como todo buen cheff.
– Parece que quedamos afuera Acron – dijo Errede.
– Si, por culpa de la perfección robótica – concluyó Acron – muchas veces lo perfecto
es incomprendido, ya llegará nuestro tiempo….

La breve historia de Oso Buco

– Charly, en la tranquera hay un oso – dijo Kupita.
– Si, y en la acequia del vecino hay un delfín – le respondí.
– En serio Charly, y dice que tiene hambre, que le demos algo de comer.
Por las dudas se tratara de un vecino a quien apodamos el oso, salí a ver.
Pero no. No era el vecino. Era un oso verdadero. Algo maltrecho. Me acerqué
prudentemente y vi que me miraba sin temores ni sentimientos agresivos.
– ¿Qué haces aquí? Le pregunté estúpidamente.
– Busco algo para comer – me respondió, dejándome perplejo.
– ¿Hablas? – volví a preguntar estúpidamente.
– Si, viví tantos años en el circo que tuve que aprender a hablar.
– ¿Por qué no estás en el circo?
– Nos despidieron, con este asunto de la pandemia llevan tres meses sin funciones y no
pueden mantenernos…como dijo el del sindicato, estamos literalmente en la calle.
– ¿Estamos? ¿Cuántos son?
– Oso, yo solo; también despidieron a dos viejos leones medio ciegos; un elefante más
joven; una foca aclimatada y un payaso triste. Aprovecharon la pandemia, suponemos.
Actualmente parece normal que andemos por las calles.
– ¿Cómo llegaste hasta aquí?
– El circo está varado en Alta Gracia, allí nos despidieron, nos dieron una vianda para tres
días, pero ya se me acabó.
– ¿Y los otros? ¿Hacia dónde se fueron?
– No lo sé, era de noche cuando nos despidieron. Seguramente para que nadie nos viera.
Yo le pregunté a un perro callejero hacia dónde había un río, y me indicó para este lado.
Pero en el río no hay peces, así que me clavé. Y andando llegué hasta aquí. ¿Pueden
ayudarme?
– Por supuesto dijo el coro perruno que se había acercado a ver el oso. Déjalo pasar,
Charly – dijeron.
Con un poco de temor abrí la tranquera. El oso entró caminando lentamente, rodeado por
los perros que le lamían las piernas y se ubicó cómodamente en la galería.
– ¿Qué comes? – le pregunté.
– De todo – dijo – en el circo nos daban toda la comida que les sobraba e incluso
compraban los restos de los restaurantes de la ciudad. Los leones se comían las carnes, al
resto nos tocaban las verduras y las pastas.
– ¿Quieres un sándwich? – pregunté, nuevamente estúpidamente.
– Sí, me encantan – dijo el oso.
– Mejor haz una picadita para todos – exclamó el Cimarrón, que no quiere perderse una.
– Primero le daremos un sandwich a ¿Cómo te llamas?
– Oso Buco – respondió.
– ¿Y ese nombre, quién te lo puso?
– Los leones, decían que tenía unas hermosas piernas…para comerlas en rodajas. Pero lo
decían en broma, todos éramos amigos allí.
– ¿Muchos años viviste en el circo? – le preguntó el Tostao.
– Si, como veinte.
– ¿Sufriste mucho?
– Al comienzo sí, porque me tenían en una jaula, luego ya me soltaron y la pasaba mejor,
me gustaba dormir debajo del carromato donde vivía la trapecista….estaba enamorado
de ella… pero ella solo me acariciaba como a un hermano.
– ¿Nunca le declaraste tu amor? – preguntó la Princesa.
– No, supe que ella amaba al equilibrista, pero él era homosexual y no sentía atracción por
ella sino por el domador…
– ¡Qué vida la de los circos¡¡ – dije.
– Sí, es como una gran familia desencontrada.
– ¿Cuál es tu plan, Oso Buco? – le pregunté.
– Me dijeron que el gobierno tiene un plan de repatriación; leí lo de la elefanta Mara y
pensé que quizá a mí puedan mandarme a una zona polar, tengo un recuerdo borroso del
frío, pero cuando en verano me ponían una barra de hielo, me sentía rejuvenecer….
¿Pueden ayudarme a contactar ese programa? Todavía me quedan muchos años de vida,
me gustaría pasarlos en mi hábitat.
– Por supuesto – le dije – mañana mismo hablaremos con la Secretaría del Ambiente, y
ellos seguramente se encargarán del tema, creo que solo debes tener un poco de
paciencia, puede demorar, pero mientras tanto seguramente te ubicarán en un sitio
propicio…
– ¿Y no puedo quedarme aquí, con ustedes?
– Por nosotros no hay problema, pero no creo que ellos acepten, hay una ley que prohíbe
tener animales no domésticos en ambientes familiares, pero les preguntaremos.
…………………………………………………….
Dos días después llego la camioneta de la Secretaría, en ella venía un veterinario y un
operario con un rifle para adormecer fieras…
– Paren, paren…que Oso Buco es pacífico… no hace falta ese rifle.
– Bueno, está bien, lo revisaremos – dijo el veterinario – le pondré un bozal…
– Tranquilo – le dijo Oso Buco – no le haré nada.
La pandilla perruna largó un sostenido aplauso y luego cantaron el himno nacional, para
impresionar a los de la Secretaría, que se miraban entre ellos y se preguntaban si era cierto
lo que estaban viendo…
– Aquí las cosas son así, tranquilícense, en este lugar conviven la realidad y la fantasía, y
se llevan muy bien, en honor a Uds. haremos un asadito, ¿les parece bien?
– ¡Bravo! ¡Bravo! – exclamó el coro perruno para desconcertar por completo a los de la
Secretaría.
Pero luego de tomarnos un par de vinos, los funcionarios comenzaron a pensar que las
cosas estaban realmente bien. De modo que aceptaron que Oso Buco se quedara un par
de semanas con nosotros mientras ellos adecuaban un lugar para instalarlo hasta que
lograran su traslado a un hábitat propicio.
Cosas que suceden a menudo en este Sitio. Para felicidad de todos nosotros.
Muchas veces nuestras propias fantasías no nos dejan dormir, pero, esta vez, son los
ronquidos de Oso Buco.

La Gran Tortuga

Un día, cuando éramos niños todavía, caminando con un par de amigos, Juanjo y Pedro,
por un monte de arbustos, en las serranías alejadas del pueblo, observamos una enorme
roca, achatada, con formato redondeado, parecía una gran tortuga de aproximadamente
setenta metros de diámetro.
La llamamos así: la Gran Tortuga.
Nos acostumbramos a ir a sentarnos sobre ella, ya que permitía ver el paisaje en toda su
extensión, a su alrededor.
Varios meses después, una tarde, mientras recorríamos los bordes de la roca, creímos ver,
en uno de sus costados, tapada por un denso arbusto, una abertura.
– Parece una entrada, dijimos, asombrados.
Con prudencia y cierto temor comenzamos a abrir una brecha en el follaje que impedía
acceder, hasta que comprobamos que se trataba realmente de una hendidura vertical,
angosta, de aproximadamente sesenta centímetros de ancho y de casi dos metros de altura.
– Parece una puerta, dijo Pedro.
– ¿Entramos? – preguntó Juanjo.
– Si, tratemos de ver hasta dónde llega. – dije – pero con cuidado, puede haber alguna
serpiente o algún animal que la tiene por guarida.
– No lo parece – dijo Pedro – no se perciben olores ni ruidos.
Comenzamos a avanzar, observando dos hechos: que el camino iba en descenso y se
ensanchaba, y que la luz, que penetraba por hendiduras superiores, lo iluminaba.
Avanzamos aproximadamente diez metros por el estrecho sendero interno de la tortuga, y
lo que vimos, nos dejó perplejos: una laguna de aguas transparentes, iluminada por rayos de
luz que penetraban entre las rocas del techo.
Una gran caverna, con una laguna en su interior. En el extremo más alejado vimos que la
alimentaba una pequeña cascada que se deslizaba por una roca inclinada, de modo que ni
ruido producía.
Antes que oscureciera logramos comprobar tres cosas: que el agua de la cascada era fría y
exquisita; que sin embargo, el agua de la laguna era templada, y que por el costado de la
laguna el sendero continuaba y penetraba en una caverna que continuaba descendiendo. No
se veían pisadas ni rastros de animales o humanos. Tuvimos la sensación que nunca nadie
había estado allí.
Decidimos salir luego de prometernos no decir nada a nadie. Nos equiparíamos y
regresaríamos a explorar la caverna.
Cubrimos nuevamente la entrada con el arbusto que por suerte solo habíamos desplazado,
sin quebrarlo, y regresamos al pueblo.
Esa noche nos reunimos a trazar nuestro plan.
Llevaremos linternas y una soga. Calzado apropiado. Guantes. Una piqueta. Algunos
víveres por las dudas. Un par de cantimploras. Fósforos, no olvidar. ¿Qué más?.
Durante el día siguiente preparamos todo el equipo.
Dijimos a nuestros padres que iríamos de pesca, que volveríamos a la tarde.
A la mañana siguiente, temprano, volvimos a la gran tortuga.
Todo estaba igual, fuera y dentro de la tortuga. Estábamos ansiosos por entrar en la
caverna. Atamos la cuerda en una roca grande y comenzamos a descender por la caverna,
que no era muy empinada, pero algo resbaladiza por el musgo que cubría a las piedras.
Luego de algunos metros en descenso el sendero se hacía horizontal. Avanzamos
iluminando. Algo temerosos, con las linternas, cuando adelante comenzamos a ver cierta
claridad.
La caverna terminaba frente a una gran superficie cubierta por un cristalino lago del cual
emergían vapores. La luz que iluminaba provenía de algunas aberturas que había en el
gigantesco techo de rocas con forma de cúpula.
– El agua está caliente, dijo Pedro.
– Sí, parecen aguas termales, agregó Juanjo.
– Con razón los musgos, los produce el vapor.
– Este lugar es increíble, miren el tamaño del lago, debe tener como doscientos
metros de largo, el vapor no deja ver el comienzo…
7
Hacia allí nos dirigimos, por un arenoso sendero lateral que lo bordeaba. En los lugares
donde llegaba la luz directa que se filtraba entre las rocas crecían unas extrañas plantas de
hojas carnosas y flores color violáceo.
En el extremo del lago afloraba el agua caliente con un borboteo permanente.
Allí terminaba la caverna. Una sólida pared de roca la cerraba por completo.
Vimos como el agua se filtraba lentamente por una hendidura del piso.
– Debe desembocar en la otra laguna, por el agua es templada en ella.
– Si, parece un mecanismo perfecto.
– Este lugar es increíble.
– No debemos comentarlo.
– Vamos regresando, la luz está disminuyendo, debe ser el atardecer.
Recogimos todo nuestro equipo y fuimos hacia la salida.
Alli nos encontramos con un anciano de pelo y barba blanca, que nos miraba con
benevolencia.
– ¿Han visto todo? ¿Les gustó? Esta es mi casa.
– ¿Su casa? Pero allí adentro no hay nada, ningún mueble, ni una cama siquiera.
– Yo no necesito nada.
– ¿Cómo se alimenta?
– Ya les dije, no necesito nada, hasta agua caliente tengo – dijo riendo.
– Bueno, nos vamos, en nuestras casas nos esperan.
– No cuenten lo que han visto, si lo hacen dirán que son locos o mentirosos…
El anciano, todavía riendo, penetró lentamente en la Gran Tortuga.
Al día siguiente, intrigados por el encuentro, regresamos a la Gran Tortuga. Sorprendidos,
no encontramos ya la hendidura que servía de entrada. Detrás del arbusto solo había roca
sólida, Impenetrable. Recorrimos toda la superficie superior buscando las hendiduras por
las que habíamos visto penetrar la luz. Nada. No había gritas por ninguna parte. Durante
horas recorrimos su bordes buscando alguna entraba oculta. Nada.
A esa edad las cosas se olvidan con cierta facilidad. Nuevas realidades, sentires y
experiencias reemplazan a las anteriores. El tema fue dejando de ser parte de nuestras
conversaciones.
Pasaron algunos años. Ya adolescentes, una noche, en medio de tragos, contamos a
nuestros amigos aquella experiencia.
– Uds. son locos o mentirosos – dijeron.
De inmediato nos miramos los tres y recordamos al anciano. Nunca más hablamos de ese
tema.
Pasaron muchos años. Me encontraba una tarde en Juan Griego, una población ubicada en
el noreste de la Isla de Margarita en Venezuela., que tomó ese nombre por un capitán de
barcos español, natural de Sevilla, quien alrededor de 1545 se encontraba en Margarita, y
fue uno de los primeros residentes de la isla.
8
Me encontraba bebiendo una cerveza en un pequeño barcito de la playa cuando se me
acercó un pescador a ofrecerme productos. El hombre me cayó bien y lo invité a tomar unas
cervezas. Se sentó y pronto demostró ser un buen narrador de historias.
– ¿Dónde pescas? – le pregunté.
– Suelo ir cerca de la isla de la gran tortuga – me respondió.
– ¿La gran tortuga, por qué ese nombre? – le pregunté.
– Le contaré una historia – me dijo – a pesar de que el anciano me dijera que no la
cuente porque me llamarían mentiroso.
– Yo, más que intrigado, con aquellos recuerdos propios encima, le dije: cuénteme,
por favor.
– La isla, en aquel entonces parecía una gran tortuga, por una gran roca calcárea,
volcánica, ubicada en su centro. Un día desembarqué en busca de cangrejos.
Recorría los bordes de la roca cuando, detrás de un arbusto, descubrí una hendidura.
Había allí un sendero descendente. Con algo de temor – no lo niego – entré, y me
encontré con un espectáculo increíble: una gran laguna, iluminada por rayos del sol
que entraban por rendijas del techo rocoso. La laguna se llenaba con agua fría que
capis de una pequeña cascada inclinada, pero la laguna era templada…
Yo estaba totalmente asombrado y desconcertado…
– Prosiga, por favor…
– Al final de la laguna había otra caverna. Bajé con cuidado porque era resbaladiza, y
lo que encontré fue más sorprendente todavía: un verdadero lago, de aguas
humeantes, cálidas…decidí regresar, y al salir…
– Se encontró con un anciano de pelo y barba blanca…
– ¿Cómo lo sabe? – me preguntó asombrado el pescador.
– Le contaré una historia parecida – le dije.
Y mientras tomábamos otra cerveza le conté aquella historia de mi niñez. El hombre estaba
realmente sorprendido por la similitud de los lugares y los hechos. Cuando terminé, me
dijo:
– El anciano me dijo que no contara nada porque dirían que era loco o mentiroso, pero
yo no le creí. Poco tiempo después conocí a unos holandeses que estaban buscando
hacer un emprendimiento turístico y les conté la historia. Me ofrecieron mil dólares
si los llevaba y les mostraba esa isla. Los llevé, por supuesto, pero cuando llegamos
no logramos encontrar ninguna grieta que permitiera entrar a la roca. Todo era
sólido, cerrado. Recorrimos todo su perímetro sin encontrar ninguna entrada,
– Ud. es un mentiroso – me dijeron los holandeses, y me exigieron que les devolviera
los mil dólares – tuve que hacerlo. Regresé varias veces a recorrer la isla en
búsqueda de aquella misteriosa entrada, pero nunca encontré nada. Sin embargo, a
partir de entonces la pesca me beneficia en sus alrededores. Otros pescadores, en
cambio, tienen poca suerte allí…
Terminamos nuestras cervezas y nos despedimos con un abrazo.
– Venga mañana a mi puesto, queda allí, detrás de esas palmeras, nos comeremos un
buen parguito, con hallaquitas y yuca frita, tengo cerveza bien fría.
Al día siguiente regresé al lugar indicado por el pescador. No encontré ningún puesto detrás
de aquellas palmeras. No encontré al pescador. Fui al barcito donde estuvimos el día
anterior y le pregunté a quién lo atendía si me recordaba, y si conocía a quién me había
acompañado el día anterior.
– A Ud. si lo recuerdo, pero al otro señor no lo conozco, nunca lo había visto.
Han pasado muchos años de todo esto. Hoy sentado aquí, frente a mi computadora,
mientras escribo, pienso si realmente sucedieron esas historias, si fueron sueños, o
productos de imaginaciones pasadas o presentes.
No logro descifrarlo.

El día más corto del año

– Hoy es el día más corto del año – afirmó Erredé, mientras mostraba proyectada sobre la
pared una imagen del planeta Tierra, en su órbita alrededor del Sol, con su eje inclinado
alrededor de 23°, y agregó: en el hemisferio norte es el día más largo.
– Una verdadera injusticia – replicó Kupita – esas son las odiosas diferencias entre el norte
y el sur…
– No Kupita – respondió Errede – dentro de seis meses, la cosa se invierte, así son los
solsticios.
– Sí, pero nos sacan seis meses de ventaja…
– No Kupita, lo mismo pueden decir ellos…hace seis meses…
– Esa discusión no tiene salida – interrumpió el Cimarrón – ¿por qué no dedicamos
nuestro discurso a convencer a Charly que haga el asadito del día más corto del año? En
compensación podría ser el asado más largo….
– Odio a los glotones cuando se hablan cosas serias de la ciencia, eres un bruto Cimarrón –
dijo la Princesa.
Yo escuchaba toda la conversadera sentado frente a la computadora, mirando las noticias.
Supe que tendría que salir al cruce antes que la cuestión se escapara de cauce.
– Hoy no habrá asado. En esta casa no se festeja el invierno. No somos adictos al frío. Nos
gusta el calorcito del otoño que se resiste a retirarse por completo, y el de la primavera
que llegará recién dentro de tres meses…
– ¿Tres meses sin asado? – protestó el Cimarrón.
– No, – respondí – lo haremos cuando un buen día soleado lo provoque, y cuando, además,
contemos con la materia prima esencial: la carne. Hoy comeremos arroz con verduras…
– ¡¡Puajj!! Exclamaron a coro todos los integrantes de la pandilla perruna… por lo menos
agrega un poco de pollo…
– O de paloma – agregó el Cimarrón – mirando de reojo a una que se posaba en la baranda
de la galería.
– A mí me parece bien – opinó el Tostao – podré por fin invitar a mi novia vegana, sin que
le moleste la cultura local.
– Una perra vegana es una contradicción biológica – opinó Errede.
– A veces se te oxidan las ideas Errede – le respondió el Tostao.
– Bueno, basta chicos, ¿por qué no se entretienen buscando palos secos para encender a la
rusa? Anuncian frío para los próximos días, parece que tendremos quince días fríos por
delante, de modo que la prioridad es la leña, no los asados en la intemperie de la
galería… creo que tendrán que aprender a disfrutar de la sopa y los guisos, o
conformarse con el balanceado…
– ¡¡Puajjj!! – volvieron a repetir los disconformes – ¿Por qué a la sopa o al guiso no le
agregas algunas costillitas de cerdo, para nosotros?
– Lo pensaré, lo prometo, las costillitas serán proporcionales a la leña que junten…
– Un verdadero chantaje – explicó la Kupita – ¿entendieron?
Pero se fueron presurosos a buscar palitos secos. Seguramente se distraerán con cualquier
cosa que pase por la calle y se olvidarán de este asunto.
– Y tú, Errede, deja de tocar temas conflictivos. Todo comenzó con tu obsesión de tratar
de enseñar cuestiones científicas…
– Así fui programado Charly, ¿O acaso no leíste la letra chica del contrato de compra?
– Parece que Uds. hoy se han confabulado para hacerme un día difícil.
– Agradece Charly que es el más corto del año…
– No comiences otra ves Errede, basta, enchúfate un rato o pásale un cepillo a Acron.
– ¡Epa! Yo no dije ni hice nada – protestó Acron.
– Qué raro que no haya venido Amaicha – dijo Errede.
– Es que hoy es el día del padre, y en el rancherío del río han organizado una celebración
campestre y pidieron a Amaicha que la presida…
– ¡¡El día del padre!!! – grito la pandilla –
– ¡¡Y sin asado!! – reclamó el Cimarrón – quédate tranquilo Charly, nosotros te haremos
un pollo asado.
– ¿Un pollo? ¿Dónde lo conseguirán?
– He visto que en el gallinero del vecino hay uno a punto…
– Tú estás loco Cimarrón…deja en paz a las gallinas del vecino…
– No se hagan más problemas – dijo tranquila la Kupita – acabo de encargar uno al
delivery, lo traerán al mediodía, con fritas…
– ¿Cómo lo pagaste Kupita?
– Les hice una transferencia desde tu cuenta, Charly…
El aplauso de la pandilla fue estruendoso, tanto que no pude siquiera protestar.
Son realmente hijos, pensé.

Amor con buen humor

(Un cuentito feliz, como los de antes)
Se llama Andrés, tiene ahora 31 años. Siempre fue un tipo alegre, su gesto más serio es la
sonrisa.
Cuando tenía 22 años conoció a Elisa.
Andrés andaba de vacaciones en una ciudad playera junto con una prima, Ana, y su novio.
Ese día fueron a un gran local comercial a realizar algunas compras.
Andrés la vio por vez primera a Elisa. Ella estaba frente a una góndola de lencería,
eligiendo ropa interior, se acercó y le dijo:
– Esa de color te debe quedar muy bien.
– Eres bastante transgresor – le respondió Elisa, y agregó – ¿por qué no me acompañas
hasta el probador?
– Con muchísimo gusto, – dijo sonriendo Andrés.
– Me ayudas a llevar estas prendas, pero te quedas afuera – dijo Elisa, captando la avivada
de Andrés.
– Por supuesto – respondió Andrés, y tomó una pila de bolsitas con bombachas y sostenes.
Ella entró al probador y le dijo: tú me esperas aquí y me acercas a la puerta las cosas que te
pida. Allí se quedó él, con la colección de bombachas y sostenes en sus manos, bajo la
mirada curiosa de la gente.
El probador tenía doble salida. Ella salió por el otro lado, muerta de risa, y lo observaba
mientras la gente ya lo señalaba, cuando un vendedor le preguntó qué hacía allí con esos
productos. Ella lanzó su primera carcajada. Ana, la prima de Andrés, y su novio miraban la
cómica escena en que se encontraba Andrés, la risa de Elisa, y dijo Ana: “tal para cual”.
Finalizada esa primera escena fueron los cuatro a tomar un café. Andrés le propuso a Elisa
salir juntos esa noche los cuatro, a un boliche, a tomar unos tragos y disfrutar buena
música. Ella aceptó y quedaron en que pasarían a buscarla por su hotel a las diez de la
noche.
Cuando llegaron a buscarla Elisa salió con un muchacho. Hola, dijo, les presento a mi
novio. Andrés quedó petrificado, pero no perdió la sonrisa, solo la miró desconcertado.
– No te asustes – dijo Elisa, riendo alegremente – es mi hermano, junto con su novia
vendrán con nosotros.
– Te lo dije: tal para cual – expresó Ana.
La noche avanzó entre tragos, risas, y acercamientos. Las ironías provocativas de Andrés
eran siempre respondidas con acertado criterio por Elisa. Cuando la noche había avanzado
bastante, Andrés le dijo a Elisa:
– Cuando le cuente todo esto a Carolina, no lo podrá creer…
– ¿Quién es Carolina? – preguntó desconcertada Elisa.
– Una muñeca inflable que vive conmigo.
– ¿Vives con una muñeca inflable? – le preguntó, sin creerle demasiado.
El sacó de su bolsillo una bolsita y se la dio.
– La compré para ti, Elisa, tienes que apretarle ese botoncito.
Lo que contenía la bolsita era una figura deforme, de látex, que tenía efectivamente un
botoncito, Elisa lo apretó, se escuchó un suave silbido y se infló, convirtiéndose en una
hermosa muñeca, inflable sí, pero de tamaño, forma y color de las tradicionales muñecas
que Elisa había tenido en su infancia…
– Es hermosa Andrés, gracias, te adoro.
– Se llama Carolina.
– Será nuestra hija… te cuento que un estudio que me hicieron determinó que no puedo
tener hijos…
Andrés la miró con desconcierto y esbozó una apagada sonrisa; ella estalló en risa y le dijo:
eres un tonto, te crees todo…
– Tal para cual – repitió Ana.
Mientras, Elisa y Andrés se daban su primer beso.
Actualmente, casados, con tres hijos, Elisa y Andrés viven felices, siempre jugando a las
bromas y sorpresas, a las frasecitas tramposas que cada uno debe esquivar.
Sus hijos también son risueños y han aprendido a trampear a sus padres con cortas mentiras
que siempre terminan en carcajadas.
Carolina ocupa un lugar especial en un sillón del estar.
– Tal para cual, – repite Ana cada vez que los visita.

Por fin llegó Amaicha

– Hace dos semanas que no viene Amaicha – dijo la Kupita – me preocupa.
– Si, ¿le habrá sucedido algo? – agregó el Negrito.
– No, definitivamente no, – afirmó Errede – lleva vividos más de cuatro siglos,
estadísticamente ya le sucedió todo lo posible, no debemos preocuparnos.
– Pero es raro…ni un mensaje… – sostuvo la Princesa.
– Esperen chicos, es domingo, casi me animo a asegurar que dentro de un rato aparecerá,
con su pan debajo del brazo.
– Ojala no te equivoques – expresó el Tostao.
– Si viene, ¿podemos hacer un asadito? – preguntó indefectiblemente el Cimarrón.
Solo la Negrita y Acron no dijeron nada. Estaban concentrados en una partida de damas.
De pronto, y por fin, se escuchó la voz de Amaicha:
– “…los campos si son ajenos, los cruzo de un galopito…guarida no necesito….yo se
dormir al sereno…” ¡¡Ave María Purísima!! ¿Se puede entrar?
– Hola Amaicha, sí pasa, estábamos preocupados por tu ausencia… ¿qué te pasó?
– A mi nada, solo que nos encuarentaron… por la tos de Don Cosme…pese a que les
dijimos que era por el cigarro…pero qué vá…nos hisoparon y nos obligaron a quedarnos
en los ranchos por dos semanas…para colmo conmigo se pusieron jodidos, dudaban de
la fecha de nacimiento que figura en mi DNI… decían que había un error…que no podía
ser año 1609…tuve que mostrarles el pergamino de mi partida de nacimiento… ni aun
así lo creían…pero se cansaron, y se fueron.
– Bueno Amaicha, no es fácil creer eso, ¿verdad?
– Mira Charly, no te quiero contar cuando nació mi tatarabuelo, para no generarte
zozobras…pero miren lo que traigo…
Abrió una bolsa y sacó una enorme ave, limpia, lista para asar…
– ¿De dónde sacaste ese pollo gigante? – preguntó a coro la pandilla.
– No es un pollo, es un pavo. Me lo regalaron unos bolivianos que tienen una chacra y les
ayudé a diseñar la acequia…un saber que heredé de los aimaras. Me lo trajeron esta
mañana, así que me dije: esto lo comeremos con el Charly y la pandilla perruna, y aquí
estoy. Ahh, también traje esta tortilla hecha al rescoldo.. la hice ayer a la tarde, mientras
miraba, en un viejo televisor que me regalaron, el lanzamiento de la nave espacial…
mientras veía la partida, pensaba en Errede, y lo que habrán sido sus viajes…
– Ni me lo recuerdes Amaicha, me llena de nostalgia…- dijo Errede.
– Muy bueno, Amaicha, – dije cambiando de tema, antes que Errede nos largara sus
interminables historias o fantasías – agregaremos algo y acompañaremos con un buen
vino. Festejaremos tu final de cuarentena… la verdad, nos alegra que estés bien…
– ¿Un pavo? ¿Eso vuela? – preguntó desorientado el Cimarrón.
– Que bruto eres – dijo Errede – y proyectó de inmediato a un grupo de pavos chillando
con su grito característico…
– Las cosas que tenemos que comer… – dijo alegre el Cimarrón.
Decidimos hacer el pavo asado y relleno para que no salga seco. Así que adentro le
pusimos un par de cebollas cortadas en cuartos; un pimiento rojo trozado; unos dientes de
ajo; un puré de manzanas verdes, para frutarlo, y algunas cosas más que encontramos en la
heladera. Lo sazonamos con mostaza, un poco de pimienta negra y chimichurri y lo
pusimos en la parrilla, a fuego lento, tapado con papel húmedo.
Mientras tanto, cortamos un jamoncito, agregamos aceitunas y destapamos un generoso
vino, de precio intermedio.
– ¿Qué es lo que tiene adentro la tortilla? – preguntó el Tostao.
– Chicharrones – respondió Amaicha.
– ¿Qué es eso? – preguntó alarmado Errede mientras se le encendían todas las luces.
– ¡¡No lo sabe!! ¡¡No lo sabe!! – festejó la pandilla perruna.
– Grasitas de cerdo fritas – explicó Amaicha.
– Ah..crusnerios – dijo con solvencia Errede – así los llamamos en el universo galáctico,
se ve que chicharrón es un apodo folclórico local …
– Mmmmm…. – susurró la pandila perruna – huele a cuento….
– No molesten a Errede – gritó Acron
– Ah, estás de parte de los robots – le respondió la pandilla…
– Y, soy mitad perro y mitad robot – dijo Acron
– ¡Estamos jodiendo! ¡Estamos jodiendo! – cantó la pandilla mientras hacían una ronda
alrededor de Errede…¡Te queremos Errede! ¡Te queremos!
– Ya lo sé, ya lo sé, Uds. son unos perros ignorantes pero nobles….
– Uuuhhhh…. – clamó la pandilla, y salieron corriendo hacia el cerco a ladrarle a una
moto que pasaba.
Dos horas después, del pavo solo quedaba su historia, hasta los huesos se comieron los
salvajes.
– ¿En qué lugar de la escala de sabores ponemos al pavo? – preguntó Kupita.
– Después del pollo, es parecido pero con buen sabor – dijo el Negrito.
– Y más grande – agregó el Cimarrón – bastante más grande, eso es muy bueno.
– Como ves Amaicha, aquí todo sigue igual.
– Por suerte Charly, por suerte, algunos cambios en el mundo me preocupan, me
recuerdan viejos tiempos…sírveme un vinito Charly….gracias.

El regreso del Chamán

El viejo Chamán aparece cuando menos se lo espera.
Según Amaicha, ese Chamán no existe. Piensa y dice que es una creación de mi
imaginación.
– No. Amaicha, creo que existe, ayer apareció de nuevo, y vestido con su pantalón claro,
su chaleco colorido y sus alpargatas blancas. Se presentó en la tranquera como si no
hubiera transcurrido el tiempo desde aquella vez… saludó, y dijo
– Vengo a tomar unos mates contigo, Charly.
– Adelante amigo, esta es su casa.
Se sentó junto a la mesa de la galería y respondió al saludo de los perros, que le lamían las
manos, casi como una reverencia.
– ¿Cómo anda Don Charly, en estos tiempos complicados?
– Como todos, mi amigo, tratando de saber cuándo termina esta pandemia que nos ha
complicado la vida, las costumbres, en fin, casi todo.
– Estas cosas no terminan Don Charly, cambian, pero no terminan, tienen su propósito,
nos traen mensajes que no todos comprenden…
– ¿Mensajes? ¿De quién?
– Quizá de la propia Pachamama; quizá de alguno de sus discípulos, que no son pocos…
– Pero este virus apareció en China, Chamán, ¿Acaso también está allá la Pachamama?
– La Pachamama está en todas partes…tiene diferentes nombres…según mis originarios
chinos fue la madre del Buda.
– ¿Originarios chinos? ¿Qué quiere decir eso?
– Tú lo sabes, hasta lo has escrito, los chinos vinieron hace mucho por las tierras del Polo
Norte, persiguiendo a los mamuts…y llegaron a nuestras tierras, se mezclaron con los
pueblos originarios que vivían por aquí, y fueron creando una nueva raza…mira mis
ojos…¿No ves algo oriental en ellos?
– Si, la verdad, sí.
En ese momento recordaba sus palabras, la primera vez que me visitó: “…yo conozco el
secreto de la vida y de la muerte…” “…la vida sirve para acumular fantasías…”
– Dime Chamán, ¿Cuál es el propósito de esta visita que me haces ahora, después de tanto
tiempo?
– Sentí que me llamabas, preocupado.
– ¿Te llamaba? ¿Preocupado?
– Sí, porque estás tratando de escribir un cuento, justamente, sobre la vida y la muerte, y te
has quedado trabado…
– Es cierto eso, pero ¿cómo lo sabes?
– Me lo has contado en tus sueños.
– ¿Tu transitas mis sueños?
– Solo cuando en ellos, tú me llamas.
– No recuerdo ese sueño. ¿Y tú me traes una solución para mi cuento?
– Si, te la daré esta noche, en tus sueños…no me gusta mezclar los sueños con las cosas
que decimos cuando estamos despiertos…generalmente despiertos hablamos solo de
cosas intrascendentes, de las necesidades, de la comida, cosas así… las trascendentes
nos suceden cuando dormimos, cuando el alma se suelta… tu cuento solo en los sueños
podrás resolver. Y tú lo sabes, el tema sobre el que escribes es tema de sueños, de almas
libres dispuestas a transitar lo imposible.
– Si, algo así trata mi intento…ya lo he comenzado tres veces, y no puedo encontrarle el
estilo, el idioma de los personajes.
– Esta noche te diré qué debes hacer, verás. Bueno Charly, ya te dije lo que quería, ya
tomé ricos mates, ya saludé a la pandilla que te acompaña…me voy.
Y se fue. No lo vi caminar. Lo vi deslizarse sin tocar el suelo. O apenas rozándolo. Los
perros caminaron a su lado hasta la tranquera. Allí los acarició con una mirada.
Y desapareció.
– ¿Y anoche que sucedió en tus sueños? ¿Se resolvió tu cuento?
– Creo que sí, Amaicha, estuvieron presentes todos los personajes y me explicaron cómo
debía retratarlos en la historia, creo que el Chamán cumplió con su anuncio.
– Dime Charly, ¿Yo estoy en ese cuento?
– Si Amaicha estás, pero anoche en el sueño no estabas.
– ¿Sabes por qué no estaba?
– No.
– Porque soy el único real en tus fantasías.
– Debe ser así, porque tampoco estaban el Corcho y el Topo.
– Bueno Charly, yo también me voy, pero no me deslizaré, me iré caminando – dijo
riendo.

Los dragones desconsolados

Anoche me visitaron, inesperadamente, unos desconsolados dragones.
– Estamos muy mal Charly – me dijeron – no sabemos qué hacer.
– Pero Uds. son dragones – les dije – pueden volar, escupir fuego…
– Nos quedamos sin combustible, Charly, nadie quiere vendernos, tampoco conseguimos
un miserable delivery de querosén…¿Sabes cuánto piden por un miserable litro?
– No, pero me imagino, ¿qué piensan hacer?
– Lo de todos, buscar nuevos oficios, algunos han conseguido la promesa de sumarlos a
las calesitas cuando los niños puedan volver a los parques y plazas. Seguramente serán
los elegidos, por la novedad y la moda… otros andan rondando por los teatros cerrados,
esperando a productores para ofrecerles un show en vivo post pandemia… algunos se
han decidido y han emprendido un riesgoso vuelo continental para tratar de llegar a
Hollywood porque creen que pueden participar en nuevas versiones de escenas
jurásicas… poco probable, ¿verdad?
– Sí, es un tema un poco gastado…
– Nuestro error fue apostar al proyecto Vaca Muerta… con ese nombre…
– ¿Por qué no inician la innovación con los biocombustibles?
– Nuestros antepasados quemaban madera y carbón, pero a nosotros nos educaron en la
cultura de los combustibles líquidos… ni siquiera gas podemos usar… nos produce
retorcijones….
– ¿Han probado el biodiesel?
– Es asqueroso… nos produce vómitos y no nos permite controlar la llama… por culpa de
eso hemos quemado a varios transeúntes, y ya no nos dejan recorrer parques y avenidas.
– Uds. viven un verdadero drama…
– Si Charly, gracias por escucharnos…
– ¿Hacia dónde van ahora?
– A la Comuna, dicen que están repartiendo combustible, a precio popular…
– Sí, pero creo que son garrafas de gas…
– Dicen que también entregan alcohol o gel, quizá con eso podamos funcionar…luego te
contaremos…hasta pronto.
Y se fueron caminando lentamente, con las alas caídas.
Desperté realmente preocupado: ni para auténticos dragones quedan posibilidades ya.

El Implacable

La inconfundible voz de Amaicha se escuchó canturreando mientras se acercaba:
– “…el tiempo, el implacable…”
– ¿Sigues musical Amaicha?
– No queda otra Charly, eso de “matar el tiempo” es una frase hueca, ¿verdad?
– Literalmente hablando, si Amaicha, el tiempo parece ser inmortal…
– Te salió el físico de adentro Charly…
– Siempre lo llevo en la mochila, Amaicha, por las dudas me confundan las realidades.
– “…aferrarse a las cosas detenidas, es ausentarse un poco de la vida…” linda estrofa
esta, la del cubano.
– Si, es una bella poesía y canción, la de Pablo.
– Gracias Charly, no podía recordar su nombre…el implacable por momentos me afecta la
memoria… ”…en este breve ciclo en que pasamos…”
– ¿Estás melancólico Amaicha?
– Sí, siempre me pasa cuando se acerca el mes de la Pachamama, y este año más, con este
asunto de la pandemia… “…al hacer un recuento ya nos vamos, y la vida pasó sin
darnos cuenta….”
– Pero parece que la letra no se te olvida…
– No, la música, la armonía, me repone el recuerdo, parece que eso es lo que hace que los
intérpretes recuerden la letra de cientos de canciones…pero te cambiaré el tema Charly,
¿leíste lo del juicio de la Bayer a Monsanto?
– Si Amaicha, un insulto a todos nosotros…diez mil millones de dólares destinados a
cubrir demandas de particulares por los efectos del glifosato…los querellantes son
principalmente de los EE.UU. … nosotros todavía seguimos discutiendo el tema, y
algunos vecinos lo utilizamos dentro de pueblos y ciudades para limpiar los baldíos…
esta es la mejor definición del tercer mundo que habitamos.
– Si Charly, ayer, justamente, un sapo parlanchín que vive cerca del río me contaba que
casi no quedan grillos ni cascarudos, dijo que se comió una langosta perdida que
encontró y estuvo una semana con diarrea.
– ¡Qué desastre!
– Si Charly, como para no estar melancólico frente a las realidades que nos muestra el
implacable… nos sostienen los recuerdos, vestidos de esperanzas…
– Estás algo poeta, Amaicha…
– Si, Charly, estoy comenzando a escribir…quiero hacerlo en prosa, pero me sale con
rima…
– Muy bueno Amaicha, hay muchos que anuncian la recuperación de la poesía,
posiblemente frente a las sensibilidades que genera el aislamiento… ni hablar si se
impone eso de las aulas burbujas…
– ¡¡Qué manera de poner nombres boludos!!! Perdón Charly, no lo escribas, se me
escapó…no me gusta ser grosero.
– Está bien Amaicha, en el presente nadie se preocupa por las groserías…
– Si Charly, pero a mí me acompaña el implacable…y todavía utiliza el puntero, y me lo
da por el lomo cuando digo malas palabras…
– Un maestro de los de antes, el implacable…
– Si Charly, ése no se olvida de nada.
– Bueno Amaicha, ¿prefieres unos mates o un vinito?
– Comencemos con los mates…para el vinito siempre tenemos tiempo…alcánzame esa
guitarra…. gracias.
“…Cada paso anterior deja una huella
Que lejos de borrarse se incorpora
A tu saco tan lleno de recuerdos
Que cuando menos se imagina afloran.
Porque el tiempo, el implacable, el que pasó,
Siempre una huella triste nos dejó…”
– Caramba, Amaicha, me estás contagiando tu melancolía…creo que encenderé el fuego,
llamaré a la pandilla y haremos un asadito reparador de penas…
– Aquí estamos Charly, esperando que se imponga la inteligencia del presente… ¿Verdad
Errede?
– Si chicos, vamos a reemplazar a Milanés por la Venegas, – y sintonizó en sus parlantes …
– “…el presente es lo único que tengo…el presente es lo único que hay…”
– A tu salud Charly,
– a la tuya Amaicha.
– ¡¡Qué viva la Pachamama carajo!!
– Si, que se vayan juntos la Bayer y Monsanto a la mismísima….
– ¡¡Bravo, bravo!! Gritó el coro de la pandilla, acompañado por los benteveos, los
horneros, los chingolos, las calandrias, los carpinteros, las chicharras, los grillos, las
lagartijas y todo el bicherío del bosque…mientras arriba revoloteaban alegres los teros y
los caranchos.
– Ni la pandemia puede arruinar este asadito – dijo certero el Cimarrón.

The Runners

– ¿Qué haces Amaicha con esos palos?
– Estoy tratando de construir una empalizada, para frenar a los runners…me dijeron que se
vienen para aquí.
– Pero yo creo que los runners andan por las ciudades…
– No Charly, los están expulsando, dicen que por detrás de ellos vienen los virus.
– ¿Los virus?
– Si Charly, una nube de virus persigue a los runners.
– ¿Y eso?
– Parece que los runners porteños quisieron organizar algo parecido a la Fiesta de San
Fermín, pero en lugar de toros embravecidos, les pareció más actual lo de la nube de
virus…
– Pero eso parece una mentira…¿Cómo hicieron para lograr una nube de virus?
– Muy simple Charly, reclutaron asintomáticos y los colocaron en la última fila de una
maratón, y poco a poco lograron formar una nube de virus….los atraparon con grandes
barbijos, los encerraron, y ahora los tienen para soltarlos detrás de las corridas, para
ponerle adrenalina al asunto.
– ¡Mierda! ¿Y que lograrás con la empalizada?
– Desviarlos, Charly, nos hemos organizado las comunas para obligarlos a ir a correr lejos
de los poblados, hacia las serranías….parece que el aire puro de las montañas liquida a
los virus, y la trepada cansa a los runners y se dejan de joder con las corridas.
– Parece una buena estrategia.
– Y, algo tenemos que hacer, Charly, la gente anda medio loca.

Mi primo, el neutrino

– Los físicos que le andan buscando la forma y el origen al universo tienen grandes
esperanzas en obtener algunos datos faltantes traídos por los neutrinos, unas
partículas subatómicas generadas (posiblemente) en el centro de las estrellas que,
como su nombre lo indica, no poseen carga eléctrica, lo cual les permite no
interactuar con campos electromagnéticos en el espacio y además atravesar sin
perturbarse grandes espesores de materia. Al respecto, dijo uno de los físicos que lo
investigan: “pueden atravesar un bloque de plomo de un año luz de espesor…”. Lo
cual parece decir todo.
Obviamente, en este mismo instante miles de millones de neutrinos están
atravesando todo, nuestros cuerpos incluidos. Sin alterar nada. Sin que podamos
sentirlos.
¿Cómo verlos entonces?
Parece que sin embargo poseen alguna masa, cuyo origen, naturaleza y valor se
ignoran, de modo que alguno de ellos de tanto en tanto pueden sufrir alguna
interacción con la materia que genera otra partícula que denominan muón, la cual si
puede emitir luz.
Para poder detectar esa luz necesitan entonces un gran espesor de materia
transparente, para posibilitar interacciones, y poder detectar esa luz.
Han instalado un observatorio en plena Antártida, sumergido en el cristalino hielo, a
cientos de metros de profundidad. Otro en el Mediterráneo, sumergido a 2500 mts
de profundidad. Otro en un globo, flotante sobre los hielos, para captar “reflejos”
de esas interacciones.
Con estas instalaciones, los físicos han logrado “ver” algunas señales supuestamente
provenientes de neutrinos, cargados de información todavía indescifrable, que, al no
tener carga, han recorrido el espacio en línea recta, denunciando su origen.
Según los físicos, los neutrinos solo interactúan con los campos nucleares débiles,
eso les facilita atravesar el espacio y la materia.
Piensan los físicos que pueden provenir de la “materia oscura”, que representa el
80% de toda la materia del universo y que se encuentra en el centro de las galaxias.
Materia oscura, que al no emitir luz no tenemos información “visible” de ella.
Serían entonces los neutrinos los “mensajeros” que nos traen esa información.
Miro la mirada de Amaicha, cuando le cuento todo esto, que con sus ojos me dice: qué
manera de buscar, y de no encontrar… ¿Estarán buscando en el camino correcto? ¿No
habrá por allí algún tipo de señal más simple, que no aprendemos a ver?
– Y Amaicha me cuenta, entonces, historias o leyendas que le contaron sus
ancestrales ascendientes que, según él, viajaron alguna vez a las estrellas
trasladados por extraños duendes que no necesitaban hablar para comunicarse, ni
tampoco mirar, para entender.
– Eso fue hace mucho – dijo – antes del diluvio.

Una visita inesperada

Ayer por la tarde, inesperadamente me visitó Michel de Notre-Dame, vulgarmente
latinizado como Nostradamus.
Venía, como era de esperar, con Amaicha.
Amaicha explicó que se conocían desde mucho tiempo atrás.
– Mira, Charly, yo nací casi cien años después que Michel murió, pero en mi infancia sus
lecturas (prohibidas) eran nuestra obsesión. Nos juntábamos en las noches, cuando nos
descuidaban, en rueda de amigos a leer sus Profesias. Así que ayer, cuando reapareció
por mi rancho sentí una grata emoción…no todo está perdido, pensé.

Yo estaba bastante desconcertado por esa figura increíble, como salida de un libro viejo,
que alguna vez miré…no… recordé, era una foto que encontré en un diccionario.
Como adivinando (por supuesto) mi pensamiento, Michel dijo:
– Mire, los de Wikipedia han bastardeado mi aspecto. Incluso, algunos autores han
mostrado palacios donde supuestamente viví….mire, le traje una foto de la casa donde
nací y crecí… ¿no le parece similar a las de los actuales barrios populares? He sido un
poeta, y siempre los poetas fuimos pobres.
– ¿A qué se debe que haya reaparecido?
– En realidad me han convocado algunos científicos que andan desconcertados, los
gobernantes les están exigiendo un informe que diga de una vez por todas cuándo
terminará la pandemia…deben estar realmente preocupados los políticos para que los
científicos se animen a convocarme.
– ¿Cómo debo llamarlo? ¿Nostradamus?
– No, por favor, ese nombre latinizado me lo encajaron unos historiadores rebuscados,
llámeme simplemente Michel, o Miguel, como más le guste.
– Yo lo llamo Miguel – dijo Amaicha.
– Bueno, Miguel, ¿Qué piensa Ud. de esta pandemia? ¿Estaba en sus cálculos o
predicciones?
– Mire Sr. Charly, mi vida fue siempre destrozada por las pestes…cuando logré ingresar a
la Universidad de Avignón, ésta tuvo que cerrar por la peste negra, que obligó al
aislamiento. Entonces comencé a trabajar como boticario, un rebusque de aquellos
tiempos. Logré luego lograr entrar a la Universidad de Montpellier, buscando un
doctorado, pero me expulsaron porque descubrieron que trabajaba de boticario, lo cual
estaba prohibido entonces.
Me casé en 1531 pero mi esposa y los dos hijos que tuvimos murieron por un brote de
peste bubónica en 1534. Me puse a trabajar junto a algunos médicos contra otra peste
que sobrevino, ya ni recuerdo cuál era..
Me volví a casar, y tuvimos seis hijos. Para poder mantenerlos me puse a escribir unos
almanaques que tuvieron bastante éxito, y me permitieron ser contratado como astrólogo
para algunos ricos de la región. Una de mis principales clientes fue Catalina de Médici,
eso me abrió un importante mercado. Por fin edité Las Profesias. Eso fue en 1555, la
publicación no tuvo mucho éxito en aquel momento. Tuve que morir de gota un año
después para darle marketing. Les fue bastante útil a mis herederos. Pero la gota es, en
realidad, una enfermedad a medias, como ve, aquí estoy, con mi amigo Amaicha. De
modo, Sr. Charly, que mi pensamiento sobre las pestes, plagas, virus, no es muy
objetivo, fui un perseguido por ellas, las enfrentamos. Y siempre nos ganaron.
– Pero dicen que Ud. presagió el fin del mundo…
– Hay muchas versiones mal intencionadas. Pero de todos modos mis teorías sobre causas
fatales, se orientan más hacia los asteroides, meteoros, terremotos y malos políticos;
éstos son la verdadera plaga. Y parece que no hay vacuna que valga.
– Mira Charly, Miguel quiere probar tus famosos jamones…
– Si, si, por supuesto….perdonen, me distraje, les serviré algo, jamón de la casa, pan
casero…¿prefieren mate o vino?
– Vino, dijo, sin dudarlo, Miguel.
– Me sumo – agregó Amaicha.
– Dígame Sr. Charly – preguntó Miguel – Ud. tiene perros que hablan?
– Si, seis, algunos hablan mejor, otros están avanzando…
– Eso es un buen augurio… es posible que digan cosas más inteligentes y sensibles que los
humanos….se escucha cada cosa por ahí…
En ese instante se hicieron presentes la pandilla perruna, junto con Acron y Errede. Todos
querían conocer a Miguel.
– Perdóneme Miguel, – dijo Errede – pero yo lo llamaré Nostradamus, es un nombre más
impactante. En nuestros viajes Luke siempre lo mencionaba..
– ¿Luke? ¿Quién es Luke?
– Luke era el mejor piloto de naves espaciales que se haya conocido… muchas veces,
cuando nos acercábamos a un planeta o asteroide desconocido, me preguntaba, ¿qué dice
Nostradamus acerca de él? Yo consultaba sus predicciones, que ni mencionaban a ese
cuerpo celeste, pero inventaba una respuesta, y Luke se tranquilizaba.
– No eres el único que me ha plagiado, Errede. Muchos han usado mi nombre para decir
barbaridades… hasta para ganar elecciones me han utilizado. Pero yo siempre he sido
sincero, al propio Napoleón, después de Waterloo, le anuncié su destino, pero era un
obsecuente, no me hizo caso.
– Si, – dijo Amaicha – al propio Macri le dijo que con Aranguren no le iría bien, tampoco
le hizo caso.
– Sr. Miguel – interrumpió la Kupita – el Negrito dice que hace unos días enterró un
hueso, y no recuerda dónde, no podemos encontrarlo ¿Puede Ud. ayudarnos?
– Si Kupita – dijo Miguel cerrando sus ojos – lo encontró una tal Lulú, y se lo llevó.
– ¡¡Qué guacha!! Exclamó la pandilla a coro.
– Muy bueno el jamón, Sr. Charly, me recuerda a uno que me convidó el Conde Duque de
Olivares, una vez que me invitó a su campiña…el jamón serrano español es excelente…
– Parece que Ud. ha andado mucho, por lugares y tiempos…
– Y si, quinientos años alcanzan para muchas cosas…
– Dime Amaicha, ¿Cómo y cuándo lo conociste a Miguel?
– No hace mucho, fue cuando militaba con Felipe Varela…en una de las batallas que nos
fue mal, .había quedado solo, sin armas, encerrado en un cañadón, y se me venían los
Unitarios… ahí pensé: “ayúdame Nostradamus” … y apareció Miguel y me dijo rájate
por ese sendero, yo entretendré a tus perseguidores…. Y así fue, él los frenó y yo me
escapé.
– ¿Cómo hizo para frenarlos, Miguel?
– Saqué de entre mis ropas una cruz que me habían dado unos Templarios en pago de mis
oficios, se las puse delante de sus narices, y grité: “Maldito el que pase por aquí”.
– ¿Y qué hicieron los Unitarios?
– Consultaron a un tal Lavalle, quien parece que les dijo: “por las dudas, retrocedan”.
– ¿Qué hubiera pasado si seguían?
– Seguramente nos hubieran liquidado a los dos, esa cruz no tenía ningún poder, hasta
creo que era trucha. Pero así es la realidad, se impresiona con las apariencias.
– Dígame Miguel, ¿qué les dirá a los científicos que lo convocaron sobre cómo enfrentar a
la pandemia?
– En mis tiempos de boticario desarrolle una famosa “píldora rosa”, que fue muy utilizada
para cualquier tipo de plaga o enfermedad, nunca supe si era efectiva o no, era pura
vitamina C…eso sí, la gente no se resfrió por varios años, eso me dio bastante
prestigio… creo que esa es la única droga que puedo sugerir…miren, traje algunas…
(desparramó sobre la mesa varias bolitas rosas) …pueden probarlas, no teman… ya ni la
vitamina les debe quedar…son dulzonas.
De buen educado nomás, viendo la vacilación del resto, me puse una en la boca.
– Tiene sabor a pomelo – dije.
– Sí, es extracto de pomelo rosa, de ahí su color y su nombre…en aquellos tiempos no
existía el kiwi…creo que lo inventaros los chinos mucho después, en un laboratorio
que tenían en Filipinas. Si hubieran existido los kiwis, que tienen más vitamina C
que los pomelos, hubiese producido la píldora verde, que ahora tendría más
aceptación, por la cuestión ecológica.
– Esta Ud. muy actualizado, Miguel…
– Si, cuando me convocaron, lo primero que hice fue ponerme a estudiar un poco la
realidad actual, que no es muy diferente a la de mis tiempos…por ejemplo, las
mujeres de aquel tiempo no usaban faldas cortas, pero en las cortes se veían escotes
descomunales…tal vez más exagerados que ahora… los atletas
musculosos también mostraban todos sus atributos… la gente de bien
vivía en barrios cerrados….hasta ciudades cerradas tenían…la suciedad
de las calles era parecida a la que veo por aquí….
– Pero la ciencia ha avanzado mucho desde entonces…
– No se crea, lo que han avanzado son las aplicaciones, el conocimiento anda por
momentos más perdido que antes… todas las semanas inventan una teoría que a la
semana siguiente la reemplazan por otra nueva… si me impresionan los trenes, los
aviones, los autos, las motos,… pero cada cosa trae su contra, los motochorros, por
ejemplo…ni bien llegué me robaron diez monedas de oro que tenía colgadas en el
cuello…casi me ahorcan.
– ¿No se percató que venían a robarle?
– Sí, pero fui fiel a mis convicciones: siempre dudé de mis propias verdades.
– Bueno Charly, la charla está buena, pero Miguel debe tomar un transporte, debe
estar en Buenos Aires a primera hora de mañana….
– Pero el transporte está de paro, Amaicha.
– Lo llevará un camión del expreso El Jesuita, nos hace ese favor…
– ¿Ud. se llevó bien con los jesuitas, Miguel?
– Más o menos, Sr. Charly, más o menos… Muchas gracias por sus atenciones,
cualquier cosa que necesite no dude en llamarme…
– Si, no tenga la menor duda que lo haré…al respecto, ¿puede adelantarme algo sobre
el clima?
– No, Sr. Charly, el clima es un misterio…solo los dioses saben algo, pero no lo
dicen…hasta pronto.
Miguel y Amaicha se fueron. Nosotros, todos, perros, robots y yo, nos quedamos realmente
sorprendidos por su visita….
– Lo más increíble – dijo Errede – es su relación con Amaicha.
– Si Errede, no quiero pensar en todas las sorpresas que nos traerá Amaicha, es un
verdadero personaje de cuentos…
– Y de verdades, dijeron a coro los perros.

No queda otra

– Después de casi cien días de aislamiento paternalista obligatorio no queda otra que poner
a prueba la libertad responsable (o temerosa) de la gente. Abramos despacito las puertas,
dijeron.
– Los que conocemos el monte – dijo Amaicha – sabemos que las cabras andan todo el día
sueltas, pero al atardecer vuelven solitas a los corrales y al establo. ¿Por conducta o por
temor? Vaya uno a saber, las cabras no hablan, solo los humanos, los perros, los loros y
algunos caballos tienen ese don de conversar. Dicen que también los delfines, pero yo
conozco poco al mar.
– Me gusta tu forma de pensar las cosas, Amaicha, siempre mirando a la naturaleza.
– Es que somos parte de la naturaleza, Charly. Por mucho que tratemos de diferenciarnos
y de que no nos guste que nos identifiquen como animales, somos mamíferos, algo
evolucionados, pero mamíferos al fin, y nos cuesta dejar la teta… algunos de grande ya,
extrañan la de la madre, y se prenden de la del Estado…. ¿No es verdad?
– Si, Amaicha, me divierten tus comentarios…
– Mira Charly, yo no conocí a mi madre verdadera…parece que la mataron durante un
ataque a nuestra tribu…me adoptaron los González, unos españoles afincados en La
Rioja, ellos fueron los padres que recuerdo con mucho amor y cariño. Ya era mozo
grande, y ellos gente vieja, cuando me fui de la casa a andar por los caminos y los
montes… cada vez que podía volvía a saludarlos, hasta que murieron. Murieron casi
juntos, con dos meses de diferencia…Desde entonces, cuando paso por Los Llanos, les
dejo una flor de cactus en sus viejas tumbas, que ya se borraron, las tapó la arena y el
tiempo, pero allí están…
– Te has puesto melancólico Amaicha…
– Si Charly, esta pandemia ha desatado muchos sentimientos y recuerdos reprimidos….tal
vez sea el encierro, el aislamiento, que nos ha permitido pensar en cosas que
generalmente olvidamos en el ritmo rápido que ha tomado la vida… hasta yo, que soy de
andar lento, me descubro muchas veces a las corridas…cuando me doy cuenta, me digo:
¿a dónde vas Amaicha, con semejante apuro? Entonces freno, miro y pienso, son las
tres cosas que tiene que hacer ahora la gente, libre ya del encierro obligado…
– “Freno, miro y pienso”, una buena consigna Amaicha, trataremos de promoverla.
– No queda otra, Charly, o aprendemos o nos jodemos…si, suena a otra consigna, pero
mejor nos quedemos con la anterior… es más educada.
– Dime Amaicha, ¿Qué haces con esa pala?
– Ah, es que se viene el mes de la Pachamama, tengo que hacer unos cuantos pozos para
plantar árboles frutales que nos ofreció el vivero….ése será mi homenaje a la Mama
Pacha, plantar algunos frutales mezclados con el monte serrano, para que aprendan a
convivir…
– ¿Tú crees que es posible esa convivencia?
– Toda convivencia entre especies es posible mientras no haya invasión o adueñamiento
de lo que es del otro… los frutales suelen ser respetuosos, no se propagan, no roban
mucho sol…es más, debajo de los frutales sembraré unas plantas de melones y de
zapallos, esas si se propagan, como enredaderas por el suelo, pero cumplen su ciclo y se
van, incluso devuelven a la tierra los nutrientes sobrantes… a la orilla del río hemos
limpiado un terrenito (pedimos permiso a la Pachamama) para hacer una huerta… hará
falta comida Charly…. Tendremos también que criar algunos animalitos del Señor…que
nos disculpen los veganos, pero así viene la vida, desde siempre… solo que hay que
hacerlo con respeto…solo lo necesario, decía mi abuelo calchaquí…. Él contaba que
conoció a un esquimal quién le decía que ellos, en su tribu, cazaban una ballena cada
seis meses, de allí obtenían carne, grasa y aceite, la mantenían fresca en medio del hielo
y nunca buscaban otra hasta que esa no se terminara. Con los huesos del esqueleto
hacían herramientas para trabajar la tierra en las cortas primaveras….las vísceras,
alimentaban a las aves…todo quedaba limpio… yo les enseño esas cosas a los chicos del
rancherío, algunos se entusiasman, se suman, otros no, prefieren irse a la ciudad, a
algunos les va bien, a muchos no, y regresan, pero ya no son los mismos.
– Pero tú has andado mucho, Amaicha, ¿Nunca te atrapó el vicio?
– Todos hemos caído alguna vez, Charly, pero por suerte supe levantarme a tiempo.
– Bueno Amaicha, vamos a despertar al perrerío con una buena noticia, haremos un
asadito por ser el Día del Amigo, no debemos olvidar que el perro es el mejor amigo del
hombre…
– Seguidos por los robots – dijo Errede que estaba escuchando (como siempre) la
conversación.
– Aquí estamos, siempre firmes – gritó desde adentro la pandilla, con Cimarrón a la
cabeza, esas son las luchas que él lidera.
– Con éstos, debe ser dura tu cuarentena, Charly… – dijo Amaicha – y se fue a hacer el
fuego.

Posted in cuentos.