300. La incertidumbre

La incertidumbre es una inseguridad con la cual nos amenaza el futuro. 

Generalmente es una duda proveniente de un desconocimiento.

Para superar esa duda se hace necesario averiguar qué pasa. Y no siempre es posible.

Vivimos momentos de incertidumbres múltiples.

Seguramente la mayor es la que nos provoca esta pandemia cuyo final se ha vuelto incierto.

Por debajo de ella (algunos dicen que es al revés) se ubican, en orden cambiante, la inseguridad y la economía.

La inseguridad tiende a convertirse en una contienda civil encubierta. Una pueblada de pueblo contra pueblo. Robos y/o agresiones entre vecinos. En pequeña escala. Es el peor formato de una contienda. Porque el enfrentamiento se produce sin enemigos reconocibles. Más aún, muchas veces entre amigos o parientes. Se han dado muchos casos de jóvenes violentos atacando a jubilados para robarle sus ahorros. Incluso torturándolos para que revelen donde guardan sus dineros. Sí, es el peor formato que puede tener una contienda civil, porque siembra y promueve la desconfianza y mutila la solidaridad.

El drama de la economía tiene al menos dos formatos que preocupan. La gran economía, la del país. Que no arranca. Que le faltan las piernas. Que se ha quedado sin ideas. Sin un modelo sustentable. Jugado siempre a la suerte de alguna cosecha grande coincidiendo con precios internacionales favorables. En idioma campestre: jugamos a la taba. Poco a poco vamos entendiendo que salvo lo básico, importamos todo, hasta el alimento y las vacunas de los pollos. Y somos productores mayores de maíz. ¿Quién nos entiende?

Esas importaciones nos mantienen esclavos de los dólares. Algunos hablan solo de crecimiento, pero lo que necesitamos es desarrollo. Somos en potencia un país rico. Solo en potencia. Qué desgracia.

La otra economía, la familiar, la de nuestros menguados bolsillos, es la que duele todos los días, y hace difícil terminar cada semana, e inalcanzable completar el mes. Aun comprando la mitad de lo que necesitamos.

Y seguimos escuchando discursos y promesas de todos los bandos.

Los famosos y repetidos discursos de la política.

Pero ninguno explica un plan convincente.

Nadie dice cuál debe ser nuestro Norte. A qué debemos apostar. Qué obras de infraestructura debemos iniciar y terminar. Como crearemos trabajo para tantos desocupados y desposeídos. Cómo superaremos esta cultura mortal sostenida por subsidios.

Como resolveremos la situación de miles (o millones?) de jóvenes incapacitados por falta de educación básica.

La Patria, la famosa Patria, mencionada por todos, está esperando un discurso nuevo, sin tantas culpas y críticas al adversario y con propuestas positivas. 

Basta de justificarse, no se trata de “encontrar”, se trata de comenzar a “construir” una salida. Desde abajo, no desde arriba. Quienes esperan inversiones no entienden lo que pasa. No vendrán de afuera, las inversiones las debemos hacer nosotros, con esfuerzo, con imaginación, con beneficios (y no castigos) a los que arriesgan. 

Debemos promover una generación de productores.

Y terminar con la vagabundería refugiada en los de arriba y en los de abajo.

Unos porque tienen mucho, y los otros porque no tienen nada.

Ni ganas. 

Por allí debemos empezar, por recuperar las ganas. Y trepar.

Hasta los monos trepan cuando hay peligro abajo.

Espacio Cultural El Sitio

Julio 31 (chau), 2021.

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